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Mientras tratamos de colocar las piezas en el rompecabezas de la naturaleza, debemos tener presente que estamos trabajando solamente en una pequeña esquina, y que la esperanza de poner la última pieza está más allá de nuestro conocimiento.
Los hombres de ciencia tratan de encontrar modelos o sistemas en las cosas que todos nosotros, los seres humanos, vemos y experimentamos. Los modelos más deseables son los que resumen muchas observaciones en un principio compacto. Por ejemplo, las leyes de movimiento de Newton, suficientemente compactas como para escribirlas en una tarjeta postal, proveen un cuadro simple y elegante de las órbitas planetarias alrededor del sol y al mismo tiempo describen el movimiento de una pelota de béisbol durante la trayectoria, o de un auto en la autopista, como también cualquier otra clase de movimientos que vemos en nuestra vida diaria.
El extraordinario éxito de las leyes de movimiento de Newton ha llevado a los investigadores a esperar otras poderosas leyes para explicar y simplificar otros fenómenos. Cada vez que alguien descubre uno de estos principios organizadores, se produce un gran regocijo entre los científicos, algo así como la satisfacción de encajar piezas en un rompecabezas. A medida que se descubre una nueva ley, el universo parece más comprensible. A la vez, cada nuevo éxito es una invitación a la especulación acerca del tamaño general del rompecabezas. ¿Estamos a punto de cerrar los límites y completar el modelo? ¿Estamos a punto de encontrar el último conjunto de leyes necesarias para describir el universo, que nos darían una capacidad ilimitada para entender y predecir fenómenos naturales?
Por J. Mailen Kootsey – Continuar leyendo artículo original
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Después de trabajar hasta tarde en la noche, mi amigo estaba exhausto. Subió a su automóvil y comenzó el largo viaje de regreso a la universidad donde estudiaba. Estaba conduciendo por un camino de campo poco transitado cuando el cansancio lo venció… y su vehículo se hundió en las aguas de un arroyo junto al camino. Sobrevivió a la experiencia con severas lesiones. Con los nervios de la parte inferior de su médula espinal cortados, ya no tenía control de las piernas. Estaba destinado a una silla de ruedas por el resto de su vida.
Le llevó mucho tiempo sanarse. Afortunadamente, mi amigo no era una persona ordinaria. Él no iba a permitir que sus severos problemas lo convirtieran en una carga para la sociedad. Decidió ayudar a otros y, a pesar de todos los obstáculos que enfrentaba, finalmente terminó sus estudios universitarios de grado. Su atractiva personalidad, perseverancia y dedicación a Dios le ayudaron mientras servía con éxito como docente, redactor, capellán y pastor. Muchos fueron bendecidos por su simpatía y comprensión. Desafortunadamente, sus piernas continuaron deteriorándose hasta el punto de tener que ser amputadas.
Por Ariel A. Roth – Continuar leyendo artículo original
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¿Pueden los adventistas creer en la evolución teísta y al mismo tiempo proclamar el mensaje de Apocalipsis 14:6-12?
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). La doctrina de la creación ocupa un importante lugar en el mensaje y en la misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Hay dos motivos para ello. Primero, los adventistas creen en una creación absoluta; segundo, sienten el compromiso de proclamar el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14.
La filosofía adventista de los orígenes afirma que Dios creó el mundo en siete días. Los adventistas no le dan cabida a la evolución en su credo, ni a la teoría naturalista, ni a la teísta. No solamente aceptan que Dios es el Creador, sino también creen que él tomó la forma humana para llegar a ser nuestro Redentor, como dice Juan: “En el principio ya existía el Verbo… Todas las cosas fueron hechas por él. Y nada de cuanto existe fue hecho sin él” (Juan 1:1-3, 14).
Por esa razón, al proclamar el Evangelio, los adventistas enfatizan tanto la creación como la redención. Este énfasis es predominante en su fidelidad al evangelio eterno de Apocalipsis 14, donde se nos da la siguiente descripción: “Entonces vi a otro ángel que volaba por el cielo, con el evangelio eterno para predicarlo a los que habitan en la tierra… Decía a gran voz: “Adorad al que hizo el cielo y la tierra…el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:6, 7, la cursiva es nuestra). En este mensaje para los últimos días, el evangelio eterno hace un llamado para adorar al Creador. En este contexto, es clara la razón por la cual los adventistas no pueden aceptar ninguna explicación evolucionista para el origen del universo.
Por Marco T. Terreros – Continuar leyendo el artículo original
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El creacionismo es un sistema de creencias que postula que el universo, la tierra y la vida en la tierra fueron deliberadamente creados por un ser inteligente. Hay diferentes visiones del creacionismo, pero dos variantes principales sobresalen: el creacionismo religioso y el diseño inteligente. El creacionismo religioso es la creencia de que el universo y la vida en la tierra fueron creados por una deidad todopoderosa. Esta posición tiene fundamento en las Sagradas Escrituras, consideradas un relato fidedigno de la historia del mundo.
Dentro del campo creacionista se hallan los que creen que el planeta Tierra es relativamente joven y los que creen que el planeta es antiguo, pero la vida sobre la Tierra es reciente.
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