Quinto día: Peces y aves
Dios creó todos los peces y las aves, según su especie. Los bendijo y les ordenó que se multiplicaran. (Leer Génesis 1:20-23 online)
¿Qué son los peces y las aves?
Los peces son animales acuáticos, vertebrados, con branquias capaces de captar el oxígeno del agua. La especialidad de la zoología que se ocupa específicamente de los peces se denomina ictiología. Las aves son animales voladores, en su gran mayoría, gracias a sus extremidades anteriores, llamadas alas. Tienen el cuerpo recubierto de plumas y un pico córneo sin dientes. Por su parte, la ornitología es la rama de la zoología que se dedica al estudio de las aves. La creación de Dios se iba complejizando día tras día, preparando todo para la aparición del ser humano, quien se distinguiría entre todos los seres vivos por su capacidad de pensar, razonar y decidir.
¿Qué significan?
Tanto los peces como las aves, y el resto de los animales participan de la vida otorgada por Dios a sus criaturas desde el principio de la creación. En cuanto a los fenómenos físicos, tanto ellos como nosotros experimentamos alegría y placer, y lamentablemente a causa del pecado, enfermedad, dolor y muerte. El sabio observó esta situación: “Vi además que nadie sabe cuándo le llegará su hora. Así como los peces caen en la red maligna y las aves caen en la trampa, también los hombres se ven atrapados por una desgracia que de pronto les sobreviene”. “Los hombres terminan igual que los animales; el destino de ambos es el mismo, pues unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos, así que el hombre no es superior a los animales” (Eclesiastés 9:12; 3:19).
Reflexión
La gran diversidad de especies acuáticas y voladoras son una evidencia del poder creador de Dios. Jesucristo señaló: “Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?” (Mateo 6:26). Entonces, además de ser el Creador, Dios es nuestro Sustentador. No solamente creó todo lo que existe, sino que también sigue obrando diariamente, demostrándonos amor paternal y misericordia. Recordemos también que nuestro Salvador vino a rescatarnos y lleva cuenta de cada uno de sus hijos, con la misma precisión que Pedro contó esos 153 peces atrapados en sus redes, la mañana cuando Jesús se les apareció y le pidió que apacentara a sus corderos (leer Juan 21:4-15).